El horario de verano permite que anochezca más tarde y el día se haga más largo. Esto podría generar en un comienzo, alteraciones en el sueño, alimentación, irritabilidad o cansancio en los niños y niñas. Sin embargo, el servicio de Fonoinfancia de Fundación Integra invita a la calma, y entrega valiosos consejos.
Alicia Varela Hidalgo, psicóloga y jefa del Departamento de Promoción y Fonoinfancia, señala que con el nuevo horario es probable que se presenten algunos cambios en el estado emocional de niños y niñas, debido a que son más sensibles y requieren de un mayor tiempo de descanso. “Si los cambios en el huso horario repercuten en la rutina y los hábitos de los adultos/as, en los niños y niñas pueden ser aún más significativos, ya que por lo general necesitan un tiempo mayor para adaptarse”, dice.
Para la profesional es importante considerar que este cambio de hora ocurre luego un largo periodo de confinamiento y de una modalidad mixta de asistencia en algunas escuelas y jardines infantiles, lo que ya ha requerido de procesos de adaptación de niños y niñas a diversas rutinas.
“Estamos en un proceso de desconfinamiento, retomando paulatinamente las actividades que se hacían antes de la pandemia; muchos adultos/as comienzan a salir de casa al trabajo presencial y niños y niñas retornan a los establecimientos educacionales, lo que ya ha implicado una serie de adaptaciones en la rutina y cotidianidad”, menciona.
Según la experta en infancia, los adultos/as deben poner atención si los niños/as presentan algún cambio en el estado de ánimo, conductas, apetito, en la conciliación del sueño, control de esfínter, entre otras y considerar que siempre el diálogo fortalece la relación con los niños y niñas.
“En este sentido, el cambio de hora puede ser una oportunidad para explicarles la realidad que los rodea, por ejemplo, las estaciones del año, los brotes de los árboles en la primavera o el aumento de las actividades al exterior por el aumento de las temperaturas”, indica.