Percepción de inseguridad y cambio de hábitos: la nueva realidad de chilenos y chilenas

Aunque disminuyó la victimización en delitos de robo con o sin violencia y la proporción de personas que se clasifican con alto temor, además de mantenerse el índice de temor promedio, las cifras de la muestra 2024 de la Fundación Paz Ciudadana siguen siendo las más altas de temor al delito de su serie histórica.

Pese a esto datos, para el académico del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins (UOH), Patricio Saavedra, “las percepciones de inseguridad son inequitativas”, ya que la mayor cantidad de personas que se sienten inseguras son mujeres y personas de estratos socioeconómicos medios.

“Y aquellos que se sienten menos inseguros son personas que viven en los barrios más acomodados”, lo que evidencia -según el investigador- una diferencia marcada según el nivel socioeconómico. “Es una inequidad en las sensaciones de inseguridad dadas por las diferencias estructurales de la sociedad”.

Para el Dr. Saavedra los sectores medios y desaventajados estarían sufriendo más este fenómeno, impactando en su libertad y movilidad. “La inseguridad limita los movimientos y decisiones cotidianas, con una restricción de libertad general de la ciudadanía por este problema”, añade.

“No estamos hablando de que las personas imaginan que pasan cosas, sino que más bien calculan cierta probabilidad de que algo que afecte negativamente su seguridad y la de su familia pueda ocurrir al transitar por ciertas áreas de la ciudad; y por ello deciden realizar ciertos cambios como dejar de ir a ciertos lugares o evitar salir a ciertas horas, lo cual afecta la libertad individual, ya que las rutinas se ven alteradas”, puntualiza el experto.

El académico aclara que no se trata solo de desplazamientos que cambian, también se estarían produciendo modificaciones en las interacciones sociales junto con una tendencia al aislamiento. “Las percepciones de inseguridad afectan directamente las relaciones sociales, ya que las personas cambian su forma de interactuar con otros. Cierran sus círculos sociales y disminuyen las interacciones fuera del núcleo familiar”, lo que asegura -a la larga- podría aumentar la probabilidad de que la gente se sienta cada vez más sola y con menos redes de apoyo a las cuales recurrir. “Esto último se encontraría en línea con los hallazgos del último informe de Desarrollo Humano elaborado por el PNUD en que se reporta que cada vez más personas declaran tener menos amigos y menos interacciones con los pocos que tienen”, comenta el investigador, quien también advierte que esto puede llevar a problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y sentimientos de soledad crónicos.

Consecuencias Políticas y Sociales

Pero estás cifras no solo hablan de los cambios de hábitos. Para Patricio Saavedra también tiene que ver con percepciones importantes, ya que “la percepción de que el Estado es ineficiente al controlar el orden público puede llevar a una pérdida de confianza en la democracia y podría surgir la idea de que la democracia no es suficiente para mantener el Estado de derecho y la seguridad ciudadana”, lo que según el académico puede abrir la puerta a liderazgos populistas o autoritarios.

“Líderes populistas, de izquierda o derecha, juegan con el discurso de la inseguridad ofreciendo soluciones sencillas”, añade el académico, asegurando que las respuestas simplistas pueden ser peligrosas, ya que estas propuestas populistas “pueden hacer escalar la violencia de bandas criminales o incluso atentar contra el Estado de derecho”.

Nueva criminalidad

El investigador también aclara que uno de los puntos centrales es que “estamos enfrentados a una nueva criminalidad, con bandas de carácter internacional”, y ese tipo de delincuencia es percibida por la gente como más amenazante. “El tipo de delito que cometen agrava la sensación de inseguridad”, asegura, ya que son delitos más violentos, como homicidios, y generan mayor temor.

A eso se suma que “la frecuencia de estos delitos y cómo son reportados por los medios influye en la percepción pública”. Aún así asegura que no se puede culpar exclusivamente a los medios de comunicación por la percepción de inseguridad, “no hay que reducir todo a una distorsión mediática o teorías conspirativas; la gente tiene cierta capacidad de discernimiento sobre lo que ocurre en las calles y los barrios en que habita, así como también sobre los delitos que cada vez parecen afectar a personas que pertenecen a su círculo más cercano”, destaca.

Instituciones policiales

Por último, los casos de ineficiencia policial o -incluso- permeabilidad a través de coimas e incentivos, pone en jaque la percepción de las policías, lo que agrava el sentimiento de inseguridad en la población.

“Sin duda que la percepción de ineficacia de las policías puede debilitar su legitimidad”, ya que según aclara el experto, las personas necesitan ver a las policías como eficientes y justas. “La legitimidad de las policías no solo depende de que sean objetivamente eficaces, sino de que la ciudadanía perciba que lo son”.

Agrega que es crucial que las irregularidades dentro de las policías sean castigadas para mantener su legitimidad y debe haber una comunicación clara sobre las sanciones a policías corruptos. “No solo deben ser eficaces en la persecución del delito, sino también realizar procedimientos justos y percibidos como tales”, finaliza Saavedra.

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